Sobre el autor Jaime Martínez Montero
Maestro, Inspector de Educación, profesor Asociado de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Cádiz, Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación.
Autor del Algoritmo Abierto Basado en Números (ABN), también denominado método ABN, matemáticas ABN o cálculo ABN.
¿Por qué cambiar? Las razones para el cambio.
Con el método tradicional de cálculo los alumnos y alumnas…
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No aprenden a calcular.
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No aprenden a resolver problemas.
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Crean una actitud negativa para la matemática.
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Los alumnos y alumnas tienen más probabilidades de suspender que de aprobar.
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La situación descrita se viene dando desde hace decenas y decenas de años.
¿Dónde está el problema?
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La persistencia de los malos resultados a lo largo del tiempo indica que el problema es muy profundo. Afecta a la totalidad del paradigma actual en el que se mueve la enseñanza de las matemáticas.
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El problema es el sistema de cálculo adoptado. Si este no se cambia, no cambia nada.
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¿Cuáles son las razones que hay detrás de la anterior afirmación?
La finalidad
- La actual metodología viene de muchos años atrás. El fin de la misma era conseguir que los alumnos calcularan con rapidez y exactitud. La carencia de máquinas de calcular así lo exigía.
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No se trataba, por tanto, de utilizar la matemática y el cálculo para educar al alumno, sino de utilizar las potencialidades del niño para poseer una herramienta de cálculo que, de otro modo, no se tendría.
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El fin de la enseñanza era (y es) que los alumnos hicieran sumas, restas, multiplicaciones y divisiones deprisa y bien, no que aprendieran a sumar, restar, multiplicar y dividir.
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A ese fin y a la eficacia se sacrificaron todos los aspectos matemáticos y metodológicos. La enseñanza de la matemática escolar se parece más a una clase de catecismo que la que se corresponde con una materia científica.
- Aunque disimulada en la hojarasca de los libros de texto y de las nuevas tecnologías, la finalidad sigue siendo la misma: hacer de alumnos y alumnas émulos de las calculadoras.
Hoy esto carece de sentido:
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Nadie paga nada por calcular. Las máquinas lo hacen mejor, más barato y un millón de veces más rápido.
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Desde hace muchos años nadie hace cálculo de papel y lápiz. Hoy hasta los dispositivos móviles o asistentes de voz nos dicen la respuestas de los cálculos que le damos por voz.
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Dentro de 30 años, ¿quién hará cuentas del modo en que las enseñamos?
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Se necesita, en primer lugar, cambiar la finalidad. Esta debe ser capacitar al sujeto para que adquiera, entienda y sepa aplicar los conocimientos y las herramientas matemáticas en su vida ordinaria. En definitiva, en hacer matemáticamente competentes a los educandos.
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Ya no se tratará, como es lógico, de que haga cálculos mecánicos, sino de aprovechar las potencialidades formativas del cálculo (y de la matemática en general) para favorecer el desarrollo intelectual del sujeto y el acrecentamiento de su competencia matemática.